Kevin Dowd argumenta que los estados deben permitir la igualdad de condiciones en lo que respecta al dinero privado. Durante demasiado tiempo, el gobierno ha sofocado la competencia entre las monedas respaldadas por el Estado y las privadas. En su lugar, los bancos centrales deberían dar la bienvenida a la competencia, ya que les obliga a ofrecer a los consumidores más opciones y una mejor calidad. El debilitamiento de la capacidad de almacenar valor, las crecientes restricciones a las finanzas, los impuestos opresivos y la falta de privacidad financiera han dado lugar a una creciente frustración por el dinero controlado por el Estado. La naturaleza superior de las monedas privadas, combinada con la libertad financiera que ofrecen, ha llevado a su creciente atractivo. Bitcoin permite a sus propietarios, entre otras cosas, proteger su riqueza, realizar inversiones libres del control gubernamental y mantener un nivel de privacidad, lo que lo hace cada vez más atractivo. El precio de Bitcoin subió de 3 centavos en abril de 2010, cuando se negoció por primera vez, a más de 900 dólares en enero de 2014. La relación entre las restricciones a la libertad individual y la demanda de dinero privado también se identifica en el documento. Las crecientes restricciones a la libertad personal han llevado a que el dinero privado se vuelva cada vez más popular, ya que permite a las personas hacer lo que de otro modo sería ilegal. El mercado de dinero privado seguirá prosperando mientras los Estados restrinjan y prohíban diversas formas de comercio.
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